“El balance de este difícil 2020, es que seguimos siendo el referente asociativo de esta actividad”

“El balance de este difícil 2020 es que hemos conseguido mantener nuestra actividad”.

Así valora David Cendal, director gerente de ANETVA, un 2020 marcado por la pandemia de COVID-19. El balance sirve tanto para la actividad vertical, en general, como para la propia asociación, en particular. “Finalizado este año, nos sentimos en cierto modo aliviados frente al panorama que se presentaba en marzo, donde todo era cierre, inseguridad e incertidumbre, desde el punto de vista de cómo se iba a volver a reactivar la actividad –manifiesta–. Ha sido un año en el cual hemos conseguido mantener e incluso incrementar un poquito la base asociativa, se ha trabajado mucho en conseguir dar servicio al asociado y ello ha tenido su resultado, sobre todo por la mejora en el área de comunicación, pues la labor de comunicar en diferente medios y formas se convirtió en uno de los principales roles, pero sin dejar de lado otros temas muy importantes”.

ANETVA, por tanto, mira, tras lo acontecido, satisfecha del gran trabajo realizado. “Evidentemente no ha sido buen año, pero, teniendo en cuenta todas las vicisitudes pasadas, que hayamos podido mantener la base asociativa y la estructura profesional, sí es una buena noticia, y ello nos permite seguir siendo la asociación de referencia en España, y ello es posible por la fidelidad de nuestros asociados, lo cual les agradecemos, pues somos testigos de primera mano, que han pasado y están pasando momentos muy difíciles”, afirma Cendal. “Seguir comprometido en mejorar y mantener lo que has creado durante tanto tiempo y con tanto esfuerzo –añade– y seguir teniendo esta legitimidad a la hora de representar esta actividad es sumamente importante”. Como también lo es, sobre todo, “que las empresas que están asociadas, y las que no, siguen operando y teniendo trabajo”, insiste el director gerente de ANETVA.

Cendal estima que el impacto de la pandemia en la actividad vertical ha sido muy notable como en otros sectores, pero “a diferencia de otras actividades, en donde se produjo una paralización casi total, por las características de los trabajos verticales, y la aplicación que tienen en diferentes ámbitos profesionales y laborales, se ha seguido ejecutando, en los momentos duros de la pandemia, trabajos temporales en altura para realizar tareas de mantenimientos, rehabilitaciones, instalaciones en edificaciones y estructuras, que eran necesarias y urgentes, volviendo una “casi” normalidad cuando se levantó el estado de alarma”, apunta.

Impacto menor de lo esperado

Esta transversalidad de la actividad vertical ha ayudado. “Muchísimo, sectores en los cuales los trabajos verticales dan una gran respuestas a situaciones diversas de trabajos temporales en altura, como es el de los aerogeneradores, de las telecomunicaciones o industria, medio natural, infraestructuras y demás –continúa–, se han seguido ejecutando. En algunos casos con mayor o menor nivel de actividad durante el periodo peor de la pandemia, pero como decía con casi normalidad a partir de mayo”.

El impacto ha sido mayor en las empresas que realizan su labor en el ámbito urbano. “Sí, las empresas que operan en el medio urbano se han visto más afectadas que las que lo hacen en otros sectores. Algunas, también las otras pero en menor número, se han visto obligadas a tomar medidas de reducción de plantilla, aplicación de ERTES, adecuación de jornada, teletrabajo, búsqueda de financiación, reducción de costes y gastos, entre otras –continúa–, pero, insisto que a partir de mayo la situación, no es que cambiará, pues la inseguridad jurídica, la incertidumbre, la exigencias en materia de seguridad y salud por la pandemia, y otros factores la condicionaban, pero al volver a casi una normalidad, hizo que las empresas se adaptarán y volvieran a tener perspectiva de trabajo. Es ahora, a partir de enero, cuando las empresas están viendo una ralentización de la actividad y en general del mercado en el que operan”.

De ahí que desde ANETVA, Cendal llame la atención sobre 2021, más allá de las consecuencias de la tercera ola de COVID-19. “Ahora, a partir de enero y febrero, y no soy futurólogo, es muy probable que las consecuencias de lo que ha sido el año 2020, se dejen notar en mayor medida, a parte de las ya sufridas, aunque deseo que no sea así. La dificultad para planificar calendarios de trabajo por la incertidumbre, la financiación, la inseguridad que se pueda generar en los pagos y/o la morosidad, así como otras cuestiones como la capacidad económica de acometer obras por parte de cierto tipo de clientes, a las que las empresas se van a ver enfrentadas, como ya está ocurriendo puede hacer que la actividad, como otras, se resienta”.

Imagen cedida por Traltur

Por ello, el reto que se marca como director gerente de ANETVA, es claro: “Si soy sincero, ya no sé si mantenerse o mantenerse, porque 2021 es un enigma, nadie sabe cómo va a discurrir”. Y prosigue: “El panorama empresarial en general, incluido el de los trabajos verticales, evidencia, por los factores que lo afectan, sobre todo por materias como la alta tributación, los costes sociales, las obligaciones impuestas, la financiación, la falta de ayudas directas, es decir, no créditos o subvenciones, sino de ayudas directas que permitan que las empresas puedan mantener el empleo, su estructura y la capacidad de seguir generando riqueza, como otras sectores demandan, que se va hacia la toma de decisiones en el sentido de tener que acometer o realizar recortes y ajustes en las previsiones, y puede que hasta el cierre o desaparición de empresas”.

Perspectiva de la actividad para 2021

Mantenerse, por tanto, es el objetivo de 2021. “Ahora mismo en las empresas de trabajo vertical, y seguro que en las de otros sectores, el papel de sus gestores, creo, que es más complejo, que lo que pudiera ser en 2020, aunque siempre lo es -sostiene Cendal-, por la incertidumbre existente y a la que se enfrentan, lo que hace que cualquier previsión, entiendo, pase por mantenerse, si bien, no quita para que haya casos en los cuales se produzca un crecimiento. Ese mantenimiento, pasa por conservar los clientes, conseguir tener y mantener programa de trabajo a corto y medio plazo que permita cierto margen de maniobra operativa, y prever o tener previstas las decisiones y medidas en ámbitos clave de gestión de la empresa, para ser ejecutadas de una forma lo más rápida y sencilla posible, con el objetivo de evitar comprometer la subsistencia de la empresa, si es que ya no lo está”.

Y es que, según valora, “la situación económica tal y como está presentándose va a exigir y suponer un esfuerzo mayor a las empresas y trabajadores. El incremento de los costes para las empresas, incluidas las de tributos y cotizaciones, la reducción de la demanda, así como la financiación, como se ha indicado antes, e incluso un factor que desde años está presente en esta actividad, pero que puede verse incrementado por los efectos de la pandemia, como es la competencia desleal, son las cuestiones ante las que se van a tener que enfrentar los empresarios de esta actividad, lo que me hace pensar en que, lógicamente, la previsión sea la de aguantar y en la medida de lo posible mantenerse, lo que también es cierto que muchas llevan haciendo desde hace varios años, pues son en su mayoría pymes y micro pymes, con lo que ello conlleva”.

No obstante, las empresas de trabajos verticales, como se ha indicado anteriormente, también han sabido hacer frente a la inesperada crisis provocada por la irrupción de la pandemia de COVID-19 y el cierre en su momento de la actividad empresarial. “Han sabido analizar la situación y en la medida de lo posible se han y están adaptándose a ella” señala.

Reconocimiento a las empresas de formación.

Especialmente, valora cómo las empresas especializadas en formación de trabajo verticales han podido gestionar este difícil año: “No ha sido cuestión de adaptarse, es que no les ha quedado más remedio que cerrar la actividad, hasta que ha sido posible volver a realizar formación presencial a partir de junio. Para las empresas de formación ha sido duro. Son las más afectadas”.

Imagen cedida por Desnivel Agranaltura

Cendal recuerda que “para formarse en trabajo verticales la presencialidad es absolutamente imprescindible y obligatoria. No se entiende de otra manera, porque la seguridad y salud del trabajador vertical, del alumno en este caso, se fundamenta en la formación en las técnicas y maniobras de progresión por cuerda, siendo absolutamente necesario su presencia física en el aprendizaje, para que el formador pueda realizar su labor de transmisión de conocimientos, capacidades y competencias, y el evaluador las pueda verificar y validad. A partir de junio, no obstante, el panorama cambio, si bien con muchas complicaciones y/o limitaciones, por la reducción de ratios, aforo en alumnos, cumplimiento de medidas de seguridad y salud, y más en el caso de la formación en esta actividad por el contacto físico, por ejemplo, en las maniobras de rescate, y se ha acabado el año en niveles, no iguales que 2019, pero no tan desastrosos como pudiéramos haber imaginado en el mes de abril o mayo, cuando estaba prácticamente todo cerrado”.

Lamenta, eso sí, que la disparidad normativa y regulatoria, y la inseguridad jurídica que se esté generando no lo ha puesto fácil. “Sí, es cierto, ha influido en temas importantes como las ratios de cursos, cada comunidad autónoma tiene una, lo que complica y hace inviable hacer cursos, sobre todo desde el punto de vista económico, además las medidas de seguridad y salud que se exigen, pero también otras cuestiones como de las restricciones a la movilidad, lo que lógicamente desincentiva la demanda, y, sobre todo la crisis económica que tenemos, en donde muchos particulares valoran si hacer o no formarse, aún sabiendo que es una actividad que demanda continuamente profesionales formados”.